lunes, 4 de octubre de 2010

El vacío


¿Qué ocurre cuando hay espacios que no se pueden llenar? Martina era experta en dejar cuestiones inconclusas. La vorágine en la que había convertido a su rutina (una opción de vida) era asfixiante. Tal vez por padecer claustrofobia (desde la primera resonancia magnética que le hicieron en la cabeza) siempre tenía una excusa para justificar sus “no lugares”; efectivamente necesitaba aire, espacio para respirar y desarrollarse: ser ella misma. Allí residía su problema, ser uno mismo puede significar inmiscuirse en una búsqueda tan profunda que provoca miedo.
En sus años de estudiante había experimentado EL VACÍO, que en una representación visual sería similar a hallarse en una habitación sin nada/nadie alrededor, llorando por miedo a abrir los ojos. ¿Para qué hacerlo y observar las llamas que la consumían?. El humo se impregnaba en su cabello y no podía reaccionar aunque entre las cenizas percibiera en la puerta del departamento (detrás del sendero de fuego) a su familia y, específicamente, a su padre extendiéndole la mano para rescatarla. Nadie podía salvarla, porque ella misma necesitaba tocar fondo, y así fue…
Martina había perdido la capacidad de sorpresa y no se permitía involucrarse con nadie más allá de lo razonable, precisamente porque era tan racional que pretendía mentar sus sentimientos. Las malas experiencias (de las que ella había sido participe indispensable) la llevaron a descreer y en ese trayecto de noentregarseaningúntipoquelaateaalgoqueluegoladefraude, había empezado a sentir un espacio enorme, más grande del que siempre necesitó.

Sabrina conocía bastante de vacíos después de llenar los baches de todos los seres que la rodeaban durante años, menos los suyos. El momento de parar puso de manifiesto ese hueco que había acrecentado su tamaño en el último tiempo, al punto de envolverla a ella misma.

Eugenia se veía desde un lugar impensado, ni la peor de sus pesadillas se aproximaba a este presente tristemente real. No vislumbrar claridad al final del camino y hallarse en una encrucijada (que ni siquiera ella había provocado) la excedía. ¿Qué hacer cuando no se percibe nada bueno en la vida? Probablemente intentar provocarlo, pero a ella todavía le faltaba darse cuenta de eso: tenía todas las potenciales propias de una mujer hermosa, sólo restaba que ella lo descubriera. 

Reflexión de cierre: ¿Es realmente el vacío un estigma de UNA MUJER EN FORMACIÓN? Hay espacios imposibles de llenar. Sensaciones extrañas que superan y revelan cuán sola se puede sentir una persona. El vacío es un “no lugar” asfixiante, un estado que puede volverse crónico si no se es capaz de mirar alrededor y percibir la compañía de seres especiales que le desean lo mejor.
Autoimponerse llenar el vacío puede resultar aun peor; como todas las sensaciones que se experimentan (felices o tristes) responden a procesos, es el modo en que se pone de manifiesto la capacidad de ser. Uno de los estigmas personalísimos por excelencia, el vacío debería experimentarse como una transición inevitable: sólo quien ha sentido que el vacío calaba sus huesos puede dimensionar su fortaleza para asumirlo y enfrentarlo. No se trata solamente de conseguir un compañero, ¿Cuántas personas se sienten solas teniendo a alguien al lado?, sino de captar la esencia y tener el deseo de profundo de salir del ahogo. El fuego quema, pero muchas veces es necesario incinerarse para sentirse vivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario