domingo, 23 de octubre de 2011

La caída

Si hay algo de lo que no se puede huir es de experimentar la vergüenza pública de una caída (como de los cuernos, según un dicho popular).Inevitablemente, se atraviesa por un momento en el que las mejillas se sonrojan y el calor comienza a elevarse cual olla a presión. Acto seguido: el derrape.

Cuando niñascuasiteens generalmente se transita un período de metamorfosis donde prima la deformidad y a ello se suman nuevos objetos –que durante la infancia eran el centro de atención-: los tacos. Romina era una experta en caídas, cada boliche lleva su piedra angular, o mejor dicho la de alguna parte de su cuerpo, especialmente las rodillas. Un defecto que logró controlar, medianamente, con los años…
Durante sus primeras salidas incursionó por varios centros de reuniones nocturnas de su ciudad y, por ende, conoció en detalle sus escaleras –con escalones filosos-, baldosas, azulejos, vidrios, bla,bla,bla… Cuando no, también, perdía dinero: ¿a quién se le podría ocurrir colocar billetes en una bota/zapato que le queda grande o que tiene el taco a medio quebrar por su hermana mayor?

Martina también padeció derrapes, pero en el colegio. Tenía un compañero, Manuel, que se caracterizaba por querer llamar la atención y chocaban bastante a menudo, tan literal que un día intentando probar un juego le quebró la rodilla a Martina y estuvo en edad de merecer su primer yeso a lo largo de toda su pierna. En cuestiones de quebraduras, Eugenia también se distinguía; sólo a ella pudo ocurrirle semejante derrape: jugando con Juana* intentó pegarle una patada y se quebró los dedos de uno de sus pies.

Carolina no derrapaba por su propia cuenta, pero si por su compañía. Tenía de “amigacompañeradebanco” a una top model*2 cuyas caídas –se supone- debe haber padecido de pequeña y en el hemisferio norte, porque su capacidad de raciocinio dejaba mucho que desear.  

Reflexión de cierre: ¿Es realmente la caída que representa al derrape un recuerdo de UNA MUJER EN FORMACIÓN? Más que un recuerdo es objeto de atención permanente. Nadie está exento de los tropiezos, pero es real que hay un momento culmine en la vida de toda mujer: la pubertad/adolescencia. Intentando reconocer su propio cuerpo, que crece más rápido que su capacidad de aceptación a los cambios, pierde la orientación espacial y muchas veces el resultado es una caída pública. Pero no habría que otorgarle tanta importancia, excepto que se trate de un derrape emocional, porque de ahí no hay retorno. Esa frase hecha “nohayquearrepentirsedenada” es una seguidilla de falacias, cómo no arrepentirse del tipo que besaste a los quince y estaba ebrio -o vos ebria-, con mal aliento, o que te hizo quedar con la sensación de “¿estoeraelprimerbeso?”. ¡Nada de superación naif! Hay equivocaciones de las que no se vuelve; otra cuestión será los aprendizajes que ello deja. “¡Basta de cuasi mujeres con discursos de superadas!” La mejor forma de superarse y convertirse en una mujer en formación auténtica es aceptar las caídas, los errores, las vergüenzas públicas –y privadas-, en fin… los derrapes, y asumirlos, pero no para demostrarse fuerte (¿a quién tenés que demostrarle algo?). Relajarse y asistir al crecimiento, tal vez sea la mejor receta.   



*Personaje de poca trascendencia para esta historia, aunque se inmiscuyó en varios momentos de la vida de estas mujeres, algo así como una cuasi amiga que hoy les huye en los boliches.   
*2ibidem.

No hay comentarios:

Publicar un comentario