lunes, 9 de mayo de 2011

La belleza

Si una mujer pudiera definirse en una sola palabra probablemente elegiría la belleza. Cuán plena es, cuán ELLA…
Su luz, aura, brillo ilumina un mundo materialista y egoísta. Es imposible no caer a los pies de la sonrisa de una enamorada, la gracia de una recién recibida, el temple de una anciana, la grandiosidad de una embarazada… y es que la belleza es mucho más que un rostro bonito, un buen cuerpo o todos aquellos parámetros artificiales que en la actualidad se intentan imponer.

Cada una de estas mujeres tenía algo que las volvía bellas. Exteriormente preciosas, con facciones delicadas y un modo de andar y vestir propio de la ciudad de donde provenían. Pero lo más exquisito que poseían era su belleza interna: cada una aposentada sobre su realidad, tan personal y compartida, es que eran tan amigas que inmiscuirse en sus micrositios era un placer y necesidad. El tamaño exacto si la inmensidad se pudiera dimensionar, me dan vida.

Carolina la simpatía, caía bien a todos y jamás se conoció alguien que no la soportara; querida y respetada, poseía una inocencia que de ningún modo la volvía débil.
Inés la espontaneidad, era tan acelerada que a veces inhibía. Todo debe pasar por sus manos, pero es muy solidaria. Sin ningún filtro, ella es lo que muestra con una sinceridad brutal, es la que siempre dice lo que siente en el momento que pasa por su cabeza.
Natalia la sonrisa; más que una virtud, un mecanismo de defensa, ella sonríe por todo y nada es lo suficientemente serio. Siempre tiene una humorada prefabricada y contagia alegría. Es la primera en estar en situaciones complejas y la más escurridiza a la vez.
Sabrina la dedicación; por momentos obstinada, reniega con el mundo y con su propio mundo. Emprende todo en la vida con un empeño que es digno de admiración. Es capaz de sacrificar cualquier cosa por lograr lo que quiere y como ella lo quiere.
Romina el acompañamiento; la que siempre está. Enorme, porque tiene la fuerza y capacidad de oír y aconsejar. Se planta frente a cualquier realidad y presenta su punto de vista, simplemente porque sabe lo que quiere. Eso la vuelve muy respetable.
Eugenia la defensa; luchadora nata, la vida la había enfrentado a muchas situaciones límite que la hicieron dar batalla al dolor físico de un accidente y al interno por chocar de frente con la realidad. Decidida sólo cuando algo requiere su importancia, ella estaba aprendiendo a no tomarse nada como tan tremendo.
Martina aun no había descubierto su belleza y dudaba de poseerla. Si tuviera que plantarse honestamente frente a ella misma, seguramente pensaría en la incondicionalidad. Vivía por y para los demás; nada en su vida era suficientemente imprescindible como el amor que sentía por quienes la rodeaban. Detestaba las personas absorbentes, pero ella dedicaba sus días a intentar hacerle bien a quien estuviera a su alrededor.  

Reflexión de cierre: ¿Es realmente la belleza una virtud de UNA MUJER EN FORMACIÓN? La virtud más subjetiva, la belleza envuelve todo el misterio y seducción que una mujer puede desarrollar. Tan emparentada con la seguridad en si misma, no hay algo más bello que una mujer en su plenitud. Y es que es digno de admiración observarla dar pasos firmes por el camino de la vida sin importarle lo que digan los demás. Cuántas veces se las trata de feas, de gordas, petizas, narigonas, esqueléticas, bla, bla, bla. Conformar y complacer al resto es imposible y agotador; quererse a una misma debería ser una opción de vida.

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