domingo, 19 de septiembre de 2010

La tristeza

Estas mujeres habían sentido, en muchos momentos de sus vidas, tristeza… de sí mismas, de y por los demás… Lo que aún no habían comprendido es que ese estado anímico era el leitmotiv de ser mujeres en formación.

Sabrina estaba atravesando una situación límite, de esas que provocan una tristeza honda, que la llevaba al extremo de somatizar encerrada en su habitación –como si dentro de su cuarto pudiera huir de ese mundo malvado que no la comprendía, cuando ni ella misma lograba entenderse-. Crecer simplemente significa sufrir –todas recordarán cómo les dolían las lolas en épocas de pubertad, qué nostalgia-; el sufrimiento siempre va acompañado de tristeza y a Sabrina le costaba concebir un presente sin atarse a un futuro que ella no deseaba. Uno es el reflejo de los padres hasta que decide desentenderse de esa imagen prefabricada y construir una propia. 

Eugenia sentía la tristeza que ameritan los momentos previos a una definición dolorosa. Martina había pasado por algo similar tiempo atrás al tomar una decisión definitiva con respecto a un gran amor. Lo definitivo la atemorizaba, la envolvía en dudas insalvables porque ella nunca había decidido por si misma en cuestiones relevantes –eso también es crecersufrir-. Ella pensaba demasiado y, en una noche de insomnio, dimensionó la magnitud de lo definitivo: trazando una analogía muy bruta comprendió que hay cosas que no tienen retorno como la muerte de “Cucula”, la perra que acompañó a ella y su familia durante trece años. Ese sin sabor de saber que algo no ocurrirá nunca más provoca una tristeza asfixiante; con los hombres muchas veces ocurre lo mismo y Eugenia, a la inversa de Martina, sentía tristeza por la definición que alguien más estaba llevando a cabo por ella.

Natalia sabía exactamente qué significaba al vivir una prueba muy fuerte cuando un ser muy querido atravesó por una enfermedad grave. Ella había asumido ese dolor a su modo, reservándose, preservándose. Enfrentarse a la enfermedad, acompañar a esa persona la hizo madurar de golpe y darle un sentido muy particular a un irrelevante corte de pelo; las promesas son la respuesta más humana a un ruego desesperado y Natalia estaba dispuesta a hacer cualquier cosa.    

Reflexión de cierre: ¿Es realmente la tristeza un estigma de UNA MUJER EN FORMACIÓN? Antes que nada es un estado de ánimo que no discrimina sexos y de la que los hombres generalmente se avergüenzan por su condición de “machos” –frase hecha: los hombres no lloran-.
La tristeza se manifiesta de distintos modos de acuerdo a las personalidades y va acompañada de otros sentimientos como el vacío, el dolor, la desesperación… Es por ello que cala tan hondo, a veces puede traducirse en un llanto profundo hasta que se agotan las lágrimas y falta el aire para respirar, otras solamente con un rostro perdido…
Más allá de las expresiones corpóreas, la tristeza es propia de la condición humana, sólo es necesario comprender que hay momentos en que es imprescindible tocar fondo: a través de las crisis se aprende y, aunque aprender a la fuerza no suene muy pedagógico, a veces es la única alternativa posible. Crecersufrir conduce a lugares maravillosos, porque son únicos y personalísimos -de allí que resulte inútil comparar la tristeza propia con la de los demás, creyendo que es irrelevante o egoísta-, porque deben significar un trance, un medio para buscar la dicha. Al fin y al cabo todos se deslizan por esta vida cuestionándose qué es e intentando arribar a lo cúlmine, a la felicidad.    

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