jueves, 17 de marzo de 2011

Todo vuelve...

Todo vuelve… Mi frase hecha por excelencia. Es imposible despegarse de las cosas que alguna vez han despertado una sonrisa en una mujer. No se trata de respirar recuerdos -es espantoso el olor de la naftalina-, sino de potenciar las experiencias positivas, todo aquello que reafirma a la mujer: merodeando tiernamente por la niña de la que no quiere despedirse porque la vuelve lúdica; por la adolescente que le hace palpar el sentido de la libertad; por la joven que le enseña lo que significa la responsabilidad... y así, mentando su desenso -de ningún modo forzado- en la mujer que sólo ella podrá forjar.  
La vida es dura y, como ya he dicho en otras ocasiones, la clave es vivirla como eternos procesos. Pero ahora me atrevo a retomar este espacio de reflexión femenina con una nueva propuesta: Simone de Beauvoir plantea que "El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres"; pues bien, lejos de la interpretación que se le ha otorgado a esta línea (el único problema que puede tener una mujer es por un hombre), esta remite a que se les presentará un problema a los hombres el día que comprendan que las mujeres tienen la capacidad de concebir problemas por si mismas y osar ellas en pensar en una solución.
Con esta premisa de pensarnos inicio el primer problema a solucionar: después de plantear los estigmas cual pecados, llega la redención… ¿Cuánto pudo haber cambiado la vida de Natalia, Martina, Sabrina, Inés, Eugenia y Romina?
Con ustedes… LAS SIETE VIRTUDES DE UNA MUJER EN FORMACIÓN:
- La dulzura 
- La franqueza 
- La fortaleza 
- La perseverancia 
- La sabiduría 
- La belleza 
- La incondicionalidad

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