Todo vuelve… Mi frase hecha por excelencia. Es imposible despegarse de las cosas que alguna vez han despertado una sonrisa en una mujer. No se trata de respirar recuerdos -es espantoso el olor de la naftalina-, sino de potenciar las experiencias positivas, todo aquello que reafirma a la mujer: merodeando tiernamente por la niña de la que no quiere despedirse porque la vuelve lúdica; por la adolescente que le hace palpar el sentido de la libertad; por la joven que le enseña lo que significa la responsabilidad... y así, mentando su desenso -de ningún modo forzado- en la mujer que sólo ella podrá forjar.
La vida es dura y, como ya he dicho en otras ocasiones, la clave es vivirla como eternos procesos. Pero ahora me atrevo a retomar este espacio de reflexión femenina con una nueva propuesta: Simone de Beauvoir plantea que "El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres"; pues bien, lejos de la interpretación que se le ha otorgado a esta línea (el único problema que puede tener una mujer es por un hombre), esta remite a que se les presentará un problema a los hombres el día que comprendan que las mujeres tienen la capacidad de concebir problemas por si mismas y osar ellas en pensar en una solución.
Con esta premisa de pensarnos inicio el primer problema a solucionar: después de plantear los estigmas cual pecados, llega la redención… ¿Cuánto pudo haber cambiado la vida de Natalia, Martina, Sabrina, Inés, Eugenia y Romina?
Con ustedes… LAS SIETE VIRTUDES DE UNA MUJER EN FORMACIÓN:
- La dulzura
- La franqueza
- La fortaleza
- La perseverancia
- La sabiduría
- La belleza
- La incondicionalidad
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